"La gran cantidad y diversidad de las actividades del interior de los Cercos Industriales de Peñarroya-Pueblonuevo unido al hecho de que esta localidad estuviese alejada de los más importantes centros de producción y distribución de materiales y materias primas obligó a la SMMP a la creación de lugar especializado no solo en el mantenimiento de minas, fábricas y ferrocarriles sino la fabricación de cualquier tipo de utensilio, pieza o maquinaria que fuese necesaria para el normal funcionamiento de las industrias del Cerco. Fue así como nacieron los Talleres Generales.
Estos talleres llegaron a tener una plantilla de hasta 488 trabajadores repartidos en 3 secciones: ajuste, carpintería y forja. Las naves de estos servicios estaban equipadas con maquinaria de muy diverso tipo así como grandes grúas-puente que se movían por carriles elevados para facilitar el trabajo de los operarios. El recinto también contaba con una fundición de hierro propia y otra, más pequeña, de bronce.
De los talleres llegaron a salir hasta coches y camiones para uso particular y sus trabajos tuvieron tal prestigio que recibían innumerables encargos tanto de España como del extranjero, para lo que disponían de diversas patentes de construcción. Igualmente, se arreglaban los vehículos militares averiados o dañados en el ejército franquista durante la Guerra Civil Española.
Entre 1955 y 1960 los Talleres Generales recibieron 20 unidades de automotores diésel de la marca Billard, patente francesa, para su montaje dentro del Plan de renovación de los ferrocarriles de vía estrecha puesto en marcha por el Estado franquista para renovar el parque de tracción de las líneas estrechas y así frenar el descenso de usuarios del ferrocarril frente al transporte por carretera.
Junto a estos talleres estaba la llamada “Casa de los Planos”, donde trabajaban decenas de delineantes e ingenieros que diseñaban construcciones, maquinaria y utensilios de todo tipo para la SMMP.
La llegada del ferrocarril a la Cuenca del Guadiato originó una segunda fiebre de apertura de pozos, el establecimiento de decenas de compañías mineras o la reventa de los activos a otras ya existentes. De todas ellas, la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez (SHMB), de capital francés y fundada en el número 12 de la plaza Vendôme de París, sería la que iniciaría el segundo cambio, esta vez de minero a industrial, de los terrenos del primer Cerco de Peñarroya al construir hacia 1877 la primera fundición de plomo y un taller de desplatación anexo en las proximidades de la estación de Peñarroya. De modo que se podría establecer este año como el del nacimiento oficial de los Cercos Industriales de Peñarroya.
El fundamento para esta operación a medio camino entre lo estratégico y lo económico y que marcaría el destino de este territorio y el de Pueblonuevo mismo vino del ingeniero francés de la Escuela Politécnica de París Charles Ledoux, que dos años antes acudió en calidad de consultor de la SHMB a la cuenca minera para tratar de optimizar el uso de unos carbones que, sin poder competir con los equivalentes ingleses y asturianos, si tenían la calidad suficiente como para ser utilizados en otros procesos de carácter industrial.
La solución propuesta por Ledoux vino planteada por medio de una reflexión que ha quedado para los anales de la historia de la comarca en forma de aforismo: “si hacen falta 10 toneladas métricas de carbón para tratar una tonelada de plomo ¿Por qué no llevar esa tonelada hacia el lugar donde se produce el carbón?”.
En efecto, Ledoux descubrió que la hulla de la Mina Terrible podía ser utilizada, una vez coquizada, para fundir las galenas de las diversas minas metálicas de Fuente Obejuna que la SHMB adquirió a la Compañía de Los Santos, así como las de otras localidades pacenses cercanas ,para obtener como producto final plomo y plata, materias primas que sí son rentables en los mercados internacionales.
Esta decisión marca definitivamente el carácter industrial del primer Cerco y será la base para la instalación en los años siguientes de más fábricas en este paraje, como hornos de coque, una fábrica de ladrillos refractarios y una fábrica de briquetas. La instalación de la fundición de plomo tendría numerosas repercusiones económicas para este punto de la geografía española, pero también consecuencias sociales, representadas físicamente por el conocido popularmente como “el pito de la fundición”, que durante muchos años dictará la rutina diaria de las gentes de Peñarroya-Pueblonuevo.
La existencia de numerosos y generosos pozos de carbón en un reducido espacio, unido a la ausencia de un medio de transporte eficiente que permitiese hacer competitiva la venta de carbón en los hogares e industrias del resto de España y en el extranjero facilitó la aparición de las primeras instalaciones industriales junto a éstos, principalmente fábricas de briquetas, de coque y fundiciones rudimentarias de hierro y plomo. Establecer una relación simbiótica entre los metales y el combustible fósil permitió añadir valor a unas materias primas que por separado, a granel y transportadas en carretas tiradas por mulas no tenían salida ni futuro.
Pero el problema del transporte que durante las décadas de 1840 y 1850 limitaba el potencial minero e industrial del Guadiato pronto iba a ser solucionado, precisamente por parte de los mismos hombres implicados en el negocio minero de la zona, políticos nacionales que, con intereses de enriquecimiento personal, ponían su poderosa influencia política al servicio de los Consejos de administración de estas corporaciones, a su vez participados por parte de la nobleza europea.
En la década de 1860 y 1870 se tenderán dos líneas ferroviarias de ancho español, las cuales, confluyentes en la localidad de Belmez, iban a abaratar muchísimo los costes de venta del carbón no sólo del coto Terrible y aledaños, sino de toda la Cuenca minera . Estos fueron:
1) El ferrocarril Belmez-Almorchón, construido en 1868 por la Compañía de los Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz, de capital francés. Gracias a este ramal, que conectaba con la línea férrea de Ciudad Real a Badajoz, el carbón y el coque producido en el Guadiato pudieron competir con los del norte en la capital de España.
2) El ferrocarril Córdoba-Belmez, construido en 1873 por la Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Espiel y Belmez, de capital español, y posteriormente comprado por la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, también española. Esta empresa, que llegó a tener sus oficinas comerciales en Belmez a finales del siglo XIX, era en aquellos momentos la primera empresa minera de la cuenca del Guadiato. La infraestructura debería haberle permitido, gracias a la conexión con la línea de Córdoba–Málaga, acarrear el carbón hasta la capital de la Costa del Sol para ser utilizado en su importante industria siderúrgica así como depositarlo en el puerto para su venta como combustible para los miles de barcos que cruzaban el Mediterráneo hacia y desde Canal de Suez, de reciente inauguración. Este propósito fue conseguido sólo a medias.
Las líneas anteriores fueron conectadas en 1941 con la creación de RENFE, pasando a llamarse ferrocarril Córdoba-Almorchón. En 1974 fue cerrada al tráfico de viajeros y desde 1990 sólo permanece abierto el tramo Alhondiguilla-Almorchón para el transporte de carbón entre Puertollano y la Central Térmica de Puente Nuevo.
Posteriormente, en 1895, la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya construyó una tercera línea de vía estrecha entre el Cerco Industrial de Peñarroya y la línea Mérida- Sevilla, a la altura de la localidad de Fuente del Arco (Badajoz), con la intención de facilitar el transporte de sus productos industriales a través del puerto de Sevilla. El mencionado ferrocarril se extendió hasta las localidades de Pozoblanco y Conquista en 1906 y en 1907, respectivamente, y alcanzó su máxima longitud en 1927 con la llegada a Puertollano (Ciudad Real) y las minas de San Quintín.
Algunas características destacables de esta línea son la electrificación del tramo entre las estaciones de Conquista y Puertollano o que llegó ser la segunda línea de ancho métrico más larga de España.
El acontecimiento que iba a sellar definitivamente el destino del Cerco tal y como lo conocemos hoy ocurrió el 6 de Octubre 1881, de nuevo en el número 12 de la plaza Vendôme de París, cuando la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez cede todos sus activos dedicados al plomo y la fundición de Peñarroya a una nueva entidad denominada Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), la cual, a partir de esta fecha rentabilizaría todo este patrimonio.
Desde aquel momento, la SHMB se dedicaría a la extracción y venta de carbón, gran parte del cual se lo proporcionaría a su gemela, la SMMP, para la obtención de plomo.
El nacimiento de esta nueva sociedad supuso la realización de cambios desde el punto de vista tecnológico en la fundición de Peñarroya y, por lo tanto en el primer Cerco industrial, lo que también se tradujo en la multiplicación de la producción de plomo dulce por cuatro entre 1881 y 1889. En el último año la fábrica ya no daba abasto con los minerales que recibía por lo que se decidió ampliar el taller de fusión con el fin de tratar más minerales de toda su área de influencia. La culminación de estas mejoras técnicas se puso de manifiesto arquitectónicamente con un nuevo, funcional y bello edificio de ladrillo de estilo neorrománico para la fundición de plomo, inaugurado en 1891.
Los hornos de la fundición de plomo son apodados cariñosamente por los obreros con los nombres de “pavo” para el principal horno de las galenas y “pavito”, para el utilizado en la fundición de otros metales preciosos como el oro o el platino que aparecían asociados a otras menas dispersas por las explotaciones mineras del Guadiato, Badajoz, Los Pedroches y Ciudad Real.
La producción y los beneficios de esta industria llegaron a ser tales que los directivos de los Consejos de Peñarroya y la Hullera, coincidentes en la mitad de los puestos, llegaron a la conclusión de que era más operativo fusionar las sociedades con el fin de potenciar la faceta metalúrgica, ahora que la compañía de Belmez estaba estancada en su crecimiento y vendía buena parte de su producción a la de Peñarroya. La unión se concretó en forma de absorción de la primera por la segunda en 1893. La sede de esta sociedad se ubicaría en Pueblonuevo del Terrible, todavía aldea de Belmez, y que un año más tarde sería un municipio independiente.
El primer Cerco Industrial de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya en 1893 estaba conformado por varios pozos hulleros entre los que destacan Terrible, Santa Rosa, Parent, Shacken, la fundición de plomo más moderna de Europa, con hornos de primera y segunda fusión, un taller de desplatación, laboratorios, una fábrica de ladrillos refractarios, una fábrica de briquetas, un gran almacén y hornos de coque, éstos últimos frente a la estación de Peñarroya. Por último, hay que mencionar los talleres de ajuste, carpintería y forja que eran necesarios en toda explotación minera y que ya en este tiempo fueron ampliados y centralizados para garantizar el buen funcionamiento de este mecano de chimeneas, castilletes, lavaderos, edificios de mampostería y ladrillo así como ferrocarriles que era el primer Cerco Industrial.
La adquisición de todos los activos mineros de que disponía Ferrocarriles Andaluces en la Cuenca minera en 1900, supuso para la SMMP, por un lado, la ventaja de disponer de más carbón para colocar en el mercado nacional y abastecer las cada vez más crecientes necesidades de su industria pero, por otro lado, el inconveniente de tener excedentes de mineral de baja calidad cuya venta era más complicada, por no decir imposible, un una coyuntura de crisis económica propia de tiempos prebélicos (I Guerra Mundial).
La solución a este problema se planteó apostando por la aplicación de una tecnología relativamente nueva en España e hija de la II Revolución Industrial: la producción de energía eléctrica. En 1902 la SMMP acometió la construcción de una Central Térmica en el interior de Cerco Industrial con el fin de abastecer de electricidad a todas las instalaciones industriales próximas a ella y las minas tanto de la Cuenca Minera del Guadiato como del distrito de galenas argentíferas de Azuaga, si bien, en este último aspecto el objetivo se logró a medias y muchos pozos de menor entidad estuvieron funcionando con vapor hasta la década de 1920.
El primer pozo en beneficiarse de este avance fue el pozo Antolín que empezó a ser perforado en 1904 y cuyas galerías fueron paulatinamente conectando con otras de pozos contiguos y del interior del Cerco como Terrible, próximo ya a su agotamiento. La central térmica del Cerco Industrial permitió al Antolín la aplicación de una máquina de extracción impulsada por un motor eléctrico. Igualmente, el sistema de frenos así como el moderno arrastre mecánico de la galería de transporte utilizaban esta energía para su funcionamiento.
La energía sobrante de la Central Térmica se utilizaba para iluminar el barrio en el que vivía el personal técnico de la Sociedad francesa y las calles más importantes de Pueblonuevo del Terrible o se vendía a municipios de los alrededores que lo demandasen.
Con el cambio de siglo la SMMP continuó con su expansión económica, aunque esta vez la empresa decidió alternar la absorción o compra de activos carboneros en el Guadiato de la competencia con la creación de filiales con abastecedores potenciales de plomo aprovechando su músculo financiero y su capacidad técnica. Ejemplos de estas aventuras empresariales son la Sociedad de Minas del Horcajo, en Ciudad Real, la Compañía Minera de Villanueva del Duque, para explotar el riquísimo filón de El Soldado o la Compañía Industrial Minera de Linares, en Jaén. Esta política trajo como consecuencia la creación de nuevos cercos mineros en aquellas zonas donde la proximidad por ferrocarril permitía llevar las galenas a la fundición de Peñarroya o bien cercos minero-industriales con fundición en los lugares más alejados del principal centro productivo ubicado en Pueblonuevo del Terrible.
Tener asegurado un caudal de agua importante era (y es) esencial para poder montar una fábrica o abrir una mina. Si lo que se pretende es crear un complejo con decenas de fábricas y minas en su interior solucionar la cuestión del agua se convierte en capital.
Todas las compañías mineras e industriales instaladas en la Cuenca minera del Guadiato se abastecían del agua procedente de los arroyos cercanos para desarrollar sus actividades, embalsándola a través de la construcción de pequeños diques o muros de tierra. La primera empresa que construyó una infraestructura hidráulica en la comarca fue la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, mediante la erección en 1889 de un dique en el Arroyo San Gregorio, cerca de Belmez. Sin embargo, el incremento de la producción minera e industrial de la zona en las últimas décadas del siglo XIX, estimuló la construcción de infraestructuras hidráulicas de mayor capacidad.
El Río Guadiato, pese a que languidecía en verano, era la fuente de recursos hídricos más importante de la comarca. Tras la compra de todos los activos mineros a la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, la SMMP levantó en el Río Guadiato y afluentes diversos muros de contención de agua. La infraestructura hidráulica más importante de aquellos tiempos fue la presa del Arroyo de San Pedro, con 300.000 metros cúbicos de capacidad, construida en 1900.
Posteriormente, en las dos décadas siguientes se realizaron ampliaciones con nuevos materiales como el hormigón hidráulico en todos estos embalses así como mejoras en forma de centrales eléctricas que sirvieron para dar energía al tercer Cerco Industrial de Peñarroya-Pueblonuevo, el óleum, hoy desaparecido.
Una
de las grandes virtudes de la SMMP y que
la hizo marcar diferencias con el resto de empresas industriales europeas
durante décadas fuela apuesta por la
Innovación, Investigación y Desarrollo sobre cualquier recurso que
controlaba.Así,tras descubrir que las galenas de la Mina de
San Froilán (Ciudad Real), adquirida 15 años antes, no sólo poseían un gran
tenor de plomo sino también de blendas, decidió construir en 1908 una nueva
fundición para recuperar el zinccontenido en ellas.
De
la tostación de las blendas se obtiene como subproducto ácido sulfúrico, sustancia fundamental para la
fabricación de explosivos y fertilizantes, además de su conocida función en la
purificación del plomo y de la plata.
El
taller de tostación de zinc dio una producción de ácido sulfúrico superior al
consumo interno, por lo que los ingenieros pensaron que el excedente podría
dedicarse a la producción de superfosfatos y otros abonos químicos inorgánicos cuya
base era el fósforo (sulfato de cobre y sulfato de amonio), de gran demanda en
explotaciones agrícolas.
De modo que en 1909 finalizaron
los estudios para construir una fábrica deácido sulfúrico y otra de superfosfatos. El emplazamiento escogido fue
el de las escombreras de la mina Terrible. La demanda de estos productos llegó
a ser tan grande que en 1911 la mencionada fábrica se amplió para triplicar la
producción.
Las
buenas perspectivas y los resultados de estas actividades dieron lugar a la
creación de otra filial: la Sociedad de Piritas de Sevilla con
el finde asegurarse el abastecimiento de azufre para
los superfosfatos, ahora que sus expectativas superaban con creces las
posibilidades de los gases de las blendas.
Lógicamente,estas ampliaciones se veían correspondidas
con un aumento del número de trabajadores pacenses, andaluces y manchegos principalmente,
además de algunos franceses, portugueses e italianos.
El activo minero de las Minas del Horcajo ((Ciudad Real) llevaba aparejado una finca rústica aparentemente improductiva desde el punto de vista del aprovechamiento industrial. Puesto que la venta era una opción desfavorable, la SMMP decide roturar y cultivar en 1912 las tierras con especies arbóreas rentables a nivel industrial tales como pino, eucalipto y algodón.
Asimismo, en aquel lugar de la provincia de Ciudad Real ejecutó obras hidráulicas para embalsar el agua torrencial que caía sobre la zona para solventar el eterno déficit de agua del Cerco y otras instalaciones industriales, así como abastecer a las poblaciones de Villanueva de Córdoba, Pozoblanco y, por supuesto, Pueblonuevo del Terrible, entre otros.
Resultado de todo este trabajo de transformación forestal en La Garganta, tal y como fue bautizado aquel latifundio, fue la construcción de un segundo Cerco Industrial, en el término municipal de la villa de Peñarroya y al lado del primero. Allí se instaló la Sociedad Española de Tejidos Industriales, empresa filial de la SMMP creada tras alcanzar un acuerdo con la Companie International de Brevets Textilose para fabricación de textilosa, un tejido compuesto por papel y algodón que la propia Sociedad francesa utilizaría para producir los sacos en los que envasaba los abonos orgánicos que provenían de la sección de fosfatos. Este tejido también tenía aplicaciones civiles como el recubrimiento de paredes interiores de viviendas y edificios. Así, por ejemplo, los zócalos de unas salas del Museo del Prado fueron recubiertos con arpillera, derivado de la textilosa.
Un año más tarde, este segundo Cerco de Peñarroya inauguraría una nueva fábrica, esta vez de papel. La papelera tenía una doble finalidad: por un lado, conocer y dominar las técnicas de fabricación del papel y, por otro lado, consumir los carbones de mala calidad que no tenían salida en el mercado.
Las guerras suponen una tragedia para los
países implicados y para las personas que habitan en ellos, pero representan un
negocio redondo para las empresas
industriales de éstos y del resto de países.
Durante
la primera conflagración mundial que asoló Europa entre1914 y 1918, España fue uno de los países que
más se beneficiaron gracias a su proximidad al conflicto y sobre todo, gracias
a su neutralidad. Los tratados internacionales impedían la venta de armas y/o
ayuda militar a los países no intervinientes, pero no laexportación de productos o materias primas
con los que, una vez cruzada la frontera, pudieran ser utilizadas para impulsar
o sostener el esfuerzo de Guerra de los países tanto de la Entente como de los
Imperios Centrales.
Una
de las empresas nacionalesque partía
con más ventaja para abastecer de metales y productos químicos a los países
implicados en la Gran Guerrafue laSMMP, no sólo por la excelente política de
adquisición de activos mineros llevada a cabo en el periodo1909-1912 o el desarrollo industrial basado
en la aplicación de tecnología punta sino, principalmente, por suinigualable poder de influencia en las altas
instanciasdel Gobierno de la
nación.En este sentido, no podemos
olvidarque desde 1913, elPresidente del Gobierno, el Conde de
Romanones, ocupaba silla en el Consejo de Administración de la Sociedad merced
a laabsorción de la empresade extracción, fundición y comercialización
de plomoG. A. Figueroa, de la que era uno de los dueños, por parte de la multinacional francesa.
Despejado el panorama político y
resuelta con rapidez la crisis derivada de la acusación por parte deFranciade que laSMMP suministrabaplomo al enemigo, acusación que se saldó con
la salida del cartel alemán de plomo Metallgesellsaft,
la compañía transnacional francesa se convirtió en el primer productor mundial
de plomo dulce, en el suministrador preferentede este metal a los aliados durante la Gran Guerra y el Cerco de
Pueblonuevo del Terrible en uno de tantos en la extensa red de complejos
industriales que la compañía tenía en España, Francia y el Norte de África.
Si durante los primeros meses de
la guerra el armamento empleado fue el convencional, el 22 de abril de 1915 el
ejército alemán comenzó a usar el gas como arma, a pesar de las denuncias de
los aliados por la violación de tratados
internacionales, lo que no impidió que poco después estos mismos países utilizaran
también armas químicas. No fue ajeno a este hecho el complejo fabril de
Pueblonuevo del Terrible, en el que se ubicaba una poderosa industria química,
a la cabeza de la cual estaba la fábrica de ácido sulfúrico. El más conocido de
los gases empleados en la guerra fue el gas mostaza, utilizado para producir rápidamente conjuntivitis
y ceguera. Si bien la SMMP nunca reconoció que en sus instalaciones se hubiera
producido este gas, sí que fabricó las sustancias necesarias para su
elaboración, tales como el ya mencionado ácido sulfúrico o el sulfocianuro de
potasio. En cualquier caso, estas sustancias no eran nada comparadas con otras
mucho más letales que la misma compañía admitía estar fabricando sin limitación
alguna, como cianógeno, cianuro de hidrógeno, amoniaco o nitrotolueno; además
de compuestos necesarios para la fabricación de explosivos, como el nitrato de
amonio, y explosivos como la roburita, el amonite, el tolueno o el temible
trinitrobenceno.
La actividad llegó a ser tan frenética en los Cercos Industriales durante aquellos años, que
los viejos almacenesubicados junto al
taller de desplatación se quedaron
pequeños. El equipo de ingenieros de la Compañía planteó entonces la
construcción de un nuevo almacén, más grande yfuncional(cuadruplicaba la
extensión del anterior) que el primero y que contaba con los últimos avances
técnicos de la época, como puente-grúa o carriles aéreos de distribución. Si
bien el origen de su diseño no está documentado, su estructura roblonada es de
clara influencia eiffeliana. Las
obras finalizaron en 1917 a cargo de los muy cualificados trabajadores de las
Talleres Generales.
El lado negativo de la
contiendalo representa la pérdida por
reclutamiento forzoso del altopersonal
técnico francés de los Cerco Industriales. Esta función sería cubierta por los técnicos españoles con elevada
cualificación de la propia empresa,algunos de los cuales al final de la contienda fueron felicitados por su
eficacia al gestionar los intereses empresariales.