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DE LA FÁBRICA AL CAMPO: LA MITOSIS DEL CERCO INDUSTRIAL DE PEÑARROYA

 


El activo minero de las Minas del Horcajo ((Ciudad Real) llevaba aparejado una finca rústica aparentemente improductiva desde el punto de vista del aprovechamiento industrial. Puesto que la venta era una opción desfavorable, la SMMP decide roturar y cultivar en 1912 las tierras con especies arbóreas rentables a nivel industrial tales como pino, eucalipto y algodón.

Asimismo, en aquel lugar de la provincia de Ciudad Real ejecutó obras hidráulicas para embalsar el agua torrencial que caía sobre la zona para solventar el eterno déficit de agua del Cerco y otras instalaciones industriales, así como abastecer a las poblaciones de Villanueva de Córdoba, Pozoblanco y, por supuesto, Pueblonuevo del Terrible, entre otros.

Resultado de todo este trabajo de transformación forestal en La Garganta, tal y como fue bautizado aquel latifundio, fue la construcción de un segundo Cerco Industrial, en el término municipal de la villa de Peñarroya y al lado del primero. Allí se instaló la Sociedad Española de Tejidos Industriales, empresa filial de la SMMP creada tras alcanzar un acuerdo con la Companie International de Brevets Textilose para fabricación de textilosa, un tejido compuesto por papel y algodón que la propia Sociedad francesa utilizaría para producir los sacos en los que envasaba los abonos orgánicos que provenían de la sección de fosfatos. Este tejido también tenía aplicaciones civiles como el recubrimiento de paredes interiores de viviendas y edificios. Así, por ejemplo, los zócalos de unas salas del Museo del Prado fueron recubiertos con arpillera, derivado de la textilosa.

Un año más tarde, este segundo Cerco de Peñarroya inauguraría una nueva fábrica, esta vez de papel. La papelera tenía una doble finalidad: por un lado, conocer y dominar las técnicas de fabricación del papel y, por otro lado, consumir los carbones de mala calidad que no tenían salida en el mercado.

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