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SIN TRENES NO HAY CERCOS

La existencia de numerosos y generosos pozos de carbón en un reducido espacio, unido a la ausencia de un medio de transporte eficiente que permitiese hacer competitiva la venta de carbón en los hogares e industrias del resto de España y en el extranjero facilitó la aparición de las primeras instalaciones industriales junto a éstos, principalmente fábricas de briquetas, de coque y fundiciones rudimentarias de hierro y plomo. Establecer una relación simbiótica entre los metales y el combustible fósil permitió añadir valor a unas materias primas que por separado, a granel y transportadas en carretas tiradas por mulas no tenían salida ni futuro.

Pero el problema del transporte que durante las décadas de 1840 y 1850 limitaba el potencial minero e industrial del Guadiato pronto iba a ser solucionado, precisamente por parte de los mismos hombres implicados en el negocio minero de la zona, políticos nacionales que, con intereses de enriquecimiento personal, ponían su poderosa influencia política al servicio de los Consejos de administración de estas corporaciones, a su vez participados por parte de la nobleza europea.

En la década de 1860 y 1870 se tenderán dos líneas ferroviarias de ancho español, las cuales, confluyentes en la localidad de Belmez, iban a abaratar muchísimo los costes de venta del carbón no sólo del coto Terrible y aledaños, sino de toda la Cuenca minera . Estos fueron:

1) El ferrocarril Belmez-Almorchón, construido en 1868 por la Compañía de los Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz, de capital francés. Gracias a este ramal, que conectaba con la línea férrea de Ciudad Real a Badajoz, el carbón y el coque producido en el Guadiato pudieron competir con los del norte en la capital de España.

2) El ferrocarril Córdoba-Belmez, construido en 1873 por la Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Espiel y Belmez, de capital español, y posteriormente comprado por la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, también española. Esta empresa, que llegó a tener sus oficinas comerciales en Belmez a finales del siglo XIX, era en aquellos momentos la primera empresa minera de la cuenca del Guadiato. La infraestructura debería haberle permitido, gracias a la conexión con la línea de Córdoba–Málaga, acarrear el carbón hasta la capital de la Costa del Sol para ser utilizado en su importante industria siderúrgica así como depositarlo en el puerto para su venta como combustible para los miles de barcos que cruzaban el Mediterráneo hacia y desde Canal de Suez, de reciente inauguración. Este propósito fue conseguido sólo a medias.

Las líneas anteriores fueron conectadas en 1941 con la creación de RENFE, pasando a llamarse ferrocarril Córdoba-Almorchón. En 1974 fue cerrada al tráfico de viajeros y desde 1990 sólo permanece abierto el tramo Alhondiguilla-Almorchón para el transporte de carbón entre Puertollano y la Central Térmica de Puente Nuevo.

Posteriormente, en 1895, la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya construyó una tercera línea de vía estrecha entre el Cerco Industrial de Peñarroya y la línea Mérida- Sevilla, a la altura de la localidad de Fuente del Arco (Badajoz), con la intención de facilitar el transporte de sus productos industriales a través del puerto de Sevilla. El mencionado ferrocarril se extendió hasta las localidades de Pozoblanco y Conquista en 1906 y en 1907, respectivamente, y alcanzó su máxima longitud en 1927 con la llegada a Puertollano (Ciudad Real) y las minas de San Quintín.

Algunas características destacables de esta línea son la electrificación del tramo entre las estaciones de Conquista y Puertollano o que llegó ser la segunda línea de ancho métrico más larga de España.

La mencionada línea fue clausurada en 1970.

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