En los dos Cercos de Peñarroya-Pueblonuevo que han sobrevivido se pueden identificar edificios que en función de su antigüedad y del tipo de tecnología que albergaba en su interior, responden a unos estilos arquitectónicos que tienen su origen en la Revolución Industrial, en unos casos, y pertenecen a corrientes constructivas generales adaptadas a la industria, en otros. Éstos pueden ser resumidos de la siguiente manera:
Historicismo: Concentra todos los esfuerzos por recuperar la arquitectura de tiempos pasados incorporando algunas características culturales del siglo XX. Se dio en todo el siglo XIX y principios del XX afectando a edificaciones religiosas y civiles, principalmente. Las grandes empresas industriales de finales del siglo XIX no fueron ajenas a este estilo, y trataron de encontrar un equilibrio entre la inevitable adaptación a los procesos industriales y máquinas de su interior, creando espacios exentos con una iluminación regular, y el diseño de un símbolo arquitectónico de poder y prestigio frente a trabajadores y demás competencia. El material empleado solía ser el ladrillo visto y la mampostería. En los Cercos, los mejores ejemplos de arquitectura historicista en su corriente neorrománica son los edificios de la fundición de plomo y el taller de desplatación. Unos casos totalmente exóticos y sin parangón en la arquitectura industrial de la provincia. La corriente neomudéjar del historicismo también está representada en los Cercos por medio de la caseta de distribución de electricidad del pozo Hamal. Las chimeneas de la fábrica de papel, de la Central térmica y de los Hornos de coque están construidas en este estilo, igualmente.
Funcionalismo: está referido al hecho de que la forma del edificio se adapta a las funciones que se ejecutan en su interior y no al revés. Este estilo se da en las primeras décadas del siglo XX bajo influencia norteamericana. Se caracteriza por la supresión de ornamentos tanto en el exterior como en el interior y la ausencia de detalles. El edificio se convierte en un simple contenedor. Los materiales empleados son el hierro roblonado y el cristal, principalmente, aunque de una forma austera. Los edificios de los Cercos encuadrados en este estilo arquitectónico incorporan, además, de un elemento estructural endógeno como la carbonilla, en sustitución del ladrillo o el hormigón. Son ejemplos de estilo funcionalista los talleres generales y la central térmica.
Modernismo: aunque también incluye elementos del anterior, este estilo arquitectónico, nacido a mediados del siglo XIX como una respuesta radical al historicismo por su escasa originalidad y sobre todo, como respuesta más económica a los pesados y caros edificios historicistas, utiliza también el hierro y el cristal sólo que de una forma diferente al funcionalismo, aplicando el roblonado con profusión. Roblonado viene de roblón, un tipo de remache que se coloca aún en caliente en el ensamblaje para dar solidez a la estructura. Posteriormente esta técnica fue sustituida por la soldadura. El modernismo aplicado a la ingeniería alcanzó su máxima expresión artística con Gustav Eiffel y su Torre de París.
Los edificios de la antigua Yutera y el Almacén Central son los mejores ejemplos de Andalucía para conocer este estilo arquitectónico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario