Entre las provincias de Córdoba y Ciudad Real, la SMMP adquirió una finca, que bautizó con el nombre de La Garganta, de más de 15.000 hectáreas que dedicó a la producción agrícola y forestal. La madera obtenida en las plantaciones de eucaliptos se traía por ferrocarril hasta las industrias del Cerco Industrial, donde se trataba para ser utilizada como traviesas para las vías de tren y maderos para entibar las minas.
Los residuos de esos aprovechamientos y otros como la celulosa, el algodón o la paja fueron empleados en dos nuevas fábricas que constituyeron un segundo Cerco con el objetivo de obtener papel y textilosa, tejidos ambos que eran utilizados para confeccionar los sacos en los que se envasaban los productos que se obtenían en la Fábrica de abonos.
Construidas hacia 1915, ambas fábricas fueron las únicas que admitieron mujeres como trabajadoras.
De la fábrica de textilosa destaca su arquitectura roblonada y su marcado perfil en dientes de sierra propio de los edificios industriales, mientras que de la fábrica de papel apuntamos la enorme chimenea y la futurista estructura de hormigón que formaba el embudo de decantación de la pasta de papel.
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