Páginas

DE APACIBLE DEHESA A TERRITORIO MINERO

El Cerco Industrial de Peñarroya es el producto final y el testigo físico de los cambios económicos, tecnológicos, etnográficos y sociales que tuvieron lugar en un paraje conocido como Dehesa de Navapandero, sobre la que se asienta el actual distrito de Pueblonuevo, desde su nacimiento a mediados del siglo XIX hasta nuestros días.

Aunque es conocida la presencia de carbón mineral aprovechable desde un punto de vista industrial en el Valle del Guadiato desde 1788 y se habían abierto algunos pozos de poca entidad en los alrededores de la, por aquellos entonces, aldea belmezana de Peñarroya en la última década del siglo XVIII con el objeto de abastecer la primera máquina de vapor instalada en las minas de Almadén (Ciudad Real), la zona donde actualmente se localizan los Cercos Industriales no era más que un trozo de tierra lleno de encinas deshabitado en el que pastaba, principalmente, ganado vacuno, porcino y caprino.

Así de apacible discurría la vida en este paraje hasta la década de los 40 del siglo XIX, cuando la Ley de minas de 1847 autorizó la llegada de las primeras compañías capitalistas extranjeras, de origen francés en su mayoría, las cuales apoyadas en un gran poder financiero y nivel de desarrollo tecnológico superior comenzaron a adquirir concesiones mineras en la cuenca del Guadiato, algunas de las cuales culminaban en la excavación de un pozo de extracción para la venta de carbón u otros minerales como cobre, hierro o plomo y, en el peor de los casos, las mantenían inactivas con ánimo puramente especulativo.

Los mejores ejemplos de este tipo de entidades con ánimo de lucro fueron la Compañía de los Santos y la Unión Ferro-Carbón. En una época de efervescencia minera propiciada por la legislación liberal los grandes grupos de inversionistas se lanzaron a adquirir concesiones mineras en el norte de Córdoba. La Cuenca carbonífera del Guadiato fue agresivamente parcelada en decenas de cotos mineros. De este modo la dehesa de Navapandero perdió no sólo su denominación en favor de otros nombres asignados por los hombres de negocios de aquellos tiempos, sino su función, al sustituir las chimeneas de ladrillo al pasto y los castilletes al ganado. Un espacio típicamente agrícola y ganadero comenzó a transformarse en una zona minera e industrial. Es el principio de los Cercos, que se llamaron así por el alto muro que rodeaba a los nuevos talleres e industrias.


 

Pregunta obligada es por qué los Cercos están donde están y no en otro punto de la comarca. La respuesta tiene relación con la mayor productividad en cuanto a calidad, superficialidad de las capas de carbón y cantidad en aquella zona, representada de forma totémica por la mina Terrible. Su denominación procede del nombre del mastín que según la tradición oral descubrió el carbón en la Dehesa de Navapandero. A su alrededor, además existía una gran concentración de pozos de menor importancia cuya producción en suma hacía más adecuada la instalación de industrias junto a éstos, por encima de otros lugares. Esta abundante disponibilidad de carbones facilitó la instalación del germen de los Cercos: una fundición de plomo con la que aprovechar la galena argentífera obtenida en los yacimientos próximos.

También es justo decir, en este sentido, que en la Vega de Belmez, a mediados del siglo XIX surgieron industrias aparejadas al carbón de los pozos de aquella zona, como el famosísimo Cabeza de Vaca, pero que fueron perdiendo importancia en base a circunstancias históricas que desvelaremos más tarde.


¡Sigue leyendo esta entrada...!

BREVE HISTORIA DE LOS CERCOS INDUSTRIALES DE PEÑARROYA

El área arqueológica por la que ahora caminas fue antes de la Revolución Industrial y durante la primera fase de ésta un territorio dormido, destinado a la agricultura y la ganadería. Pese a que era conocida la existencia de carbón desde tiempos de los romanos en aquella zona no fue hasta mediados del siglo XIX cuando este lugar próximo a la antigua aldea de Peñarroya se llenó de decenas de pozos mineros de empresas extranjeras, de capital francés, principalmente.

Pero no fue sólo el carbón sino la existencia de la galena argentífera en pueblos cercanos el hecho que transformó este espacio de minero en industrial. Una de estas empresas francesas de nombre español, la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez, decidió instalar una fundición para obtener plomo elevando a la temperatura de fusión a las galenas con el coque resultante de la destilación de la hulla, un tipo de carbón que había en abundancia en aquella zona. A partir de aquí el crecimiento de la demanda de plomo llevó a los socios capitalistas de esta empresa a crear una nueva compañía minera y metalúrgica, la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, que a partir de entonces absorbería a la empresa matriz, ampliaría y diversificaría hasta el número de 23 las industrias de los Cercos y convertiría al municipio de Pueblonuevo del Terrible en los años 20 del siglo pasado, antes de fusionarse con Peñarroya, en la sede de una multinacional que fue primera del mundo en producción de plomo dulce, líder nacional en sectores como la producción eléctrica, los productos químicos y, lógicamente, extracción de carbón.

El agotamiento de los filones de plomo de los alrededores, los nuevos cambios tecnológicos que venían de la mano de las nuevas fuentes de energía como el petróleo o el gas tras la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, unidos al hecho de que la Compañía Peñarroya tuviese importantes industrias en los 4 continentes propiciaron el abandono progresivo de las instalaciones de los Cercos por parte de la SMMP y la venta a otras que finalmente fueron las responsables del cierre y del expolio del lugar.

En la actualidad, los Cercos has sido declarados Bienes de Interés Cultural en la categoría de Lugar de Interés Industrial en Febrero de 2018 y tanto Ayuntamiento como Asociaciones de defensa del Patrimonio industrial locales están trabajando para su puesta en valor. La mejor manera ayudar a su conservación es que lo conozcas tanto como te sea posible.

Sería un error que termináramos este capítulo sin que conocieras el significado de la expresión Cerco Industrial.

Cerco procede del verbo “cercar”, esto es, rodear un espacio con una cerca hecha de valla, muralla o pared.

Desde la aparición del concepto de propiedad privada era común acotar el terreno a través de esta técnica milenaria. Cuando el terreno tenía naturaleza agrícola o ganadera, la cerca se realizaba con muros de piedra, mientras que si su uso era minero, ésta se realizaba con cables de mina ensartados en trozos de raíl cortados y colocados en vertical.

El objetivo de una cerca era y es definir el espacio de un propietario y, por supuesto, controlar o impedir el acceso al mismo.

A medida que la dehesa de Navapandero se fue llenando de industrias, la empresas propietarias, la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez, primero, y la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, después, comenzaron a construir un muro compacto y perimetral que lo separase del resto de Pueblonuevo del Terrible, creando así una cerca para sus industrias.

Puesto que la palabra cerca se utilizaba para definir explotaciones agropecuarias, queremos pensar que tanto los trabajadores como la población en general de Pueblonuevo comenzaron a utilizar la palabra “Cerco”, que si aparece en el diccionario como “aquello que ciñe o rodea algo”, junto al sustantivo “industrial”, para especificar el carácter fabril del espacio en cuestión.

Es así como, generación tras generación, desde el siglo XIX, esta expresión ha llegado hasta nuestros días. Actualmente, ninguna instalación industrial o conjunto de instalaciones industriales nacional o internacional es definida como Cerco Industrial, por lo que es considerada una expresión endémica de esta zona.

¡Sigue leyendo esta entrada...!

POZOS Y MINA SANTA ROSA

El buen funcionamiento de cualquier industria requiere la creación de un centro administrativo que lo dirija y coordine. La SMMP no era una excepción e inició la construcción de un edificio de oficinas para este fin. La primera Casa-dirección fue construida en la década de los 90 del siglo XIX. Era un edificio de dos plantas con 8 ventanas con postigos ranurados y con un porche orientado al primer Cerco justo al fondo de la plaza de la Dirección. El espacio en sus orígenes estaba rodeado por eucaliptos. En contraste con el resto de edificios de estilo francés la cubierta tenía una de teja curva. Otra característica que lo diferenciaba era la torre del reloj, independiente del edificio principal, que en aquellos tiempos era el primer reloj público de Pueblonuevo del Terrible.

El imparable desarrollo de las industrias de la SMMP no sólo en Peñarroya-Pueblonuevo sino a nivel internacional hizo necesaria la construcción de un nuevo edificio, ubicado junto al primero, de corte neoclásico, coronado por una torre octogonal con reloj acorde con la importancia y el tamaño de la por aquellos entonces multinacional francesa.

El edificio tiene una cobertura de teja plana y se encuentra abuhardillado. Esta parte cumplía funciones de archivo. Poseía un sistema de humidificación pionero que permitía conectar el aire del sótano con el resto de dependencias del edificio.

Además del personal de alta dirección y administrativo, el edificio era sede del consulado francés en Peñarroya-Pueblonuevo hasta 1968, año en que abandonó el suelo peñarriblense el último trabajador de esta nacionalidad, el ingeniero Pierre Rousseau.

El edificio de la antigua Casa dirección fue entonces reformado y adaptado como vivienda para los Directores de la SMMP y, más tarde, con la llegada de ENCASUR en 1961, como residencia de Ingenieros.

Actualmente la primera Casa Dirección es un hotel con encanto con los últimos avances en confort y comodidad mientras que la segunda es un Centro Geriátrico con capacidad para 107 residentes y en el que trabajan 70 personas.

¡Sigue leyendo esta entrada...!